miércoles, 26 de octubre de 2011

¿Anticonceptivos o abortivos?


¿Es un error decir que “TODOS los anticonceptivos son abortivos”?
No, aunque puede ser una imprecisión.

A continuación veremos:
Los anticonceptivos no existen: son embaraceptivos abortivos
Los anticonceptivos no son “métodos”
Todos los anticonceptivos son abortivos
No expresarse así es desconsiderado

1.     Los anticonceptivos no existen: son embaraceptivos abortivos

anticonceptivo, va.
1. adj. Dicho de un medio, de una práctica o de un agente: Que evita la preñez. U. t. c. s. m.

Parecería es erróneo decir que “todos los anticonceptivos son abortivos” en la definición del Diccionario de la Real Academia, no sólo son “anticonceptivos” los elementos artificiales, ya sean dispositivos (adminículos como el DIU) o agentes farmacológicos, que según la ciencia, son todos abortivos:

Aún tomando las dosis adecuadas en el momento adecuado, todos los supuestos an-ovulatorios en el mercado fallan en evitar la ovulación, y cuando fallan, actúan abortando el bebé ya concebido. Se ha detectado embarazo por dos vías:
a) observación directa de ovulación por ecografía
b) picos de hormonas que indican embarazo.

Lista de la muerte: algunos anticonceptivos de uso común que matan bebés

Está demostrado científicamente que ningún método anticonceptivo logra evitar el 100% de los embarazos, ni siquiera si se incluyese la cirugía.

Estadísticamente, los mal llamados anticonceptivos en realidad logran el efecto contrario: aumentan la tasa de embarazos no buscados.

¿Por qué? Porque los gobiernos, agencias de “salud” y los medios de comunicación han engañado a la gente, creando una falsa noción de “sexo seguro” o de “protección”.
Dado que todos los anticonceptivos fallan, tarde o temprano el supuesto “sexo seguro” es “embarazo seguro”.

La falsa noción de seguridad lleva a una mayor frecuencia de relaciones sexuales de riesgo, una verdadera ruleta rusa con la vida:
1.      Riesgo de contraer graves enfermedades de transmisión sexual, incluso mortales como el HIV o HPV.
2.      Muchas de éstas, como las casi 200 cepas de HPV, no son detectadas a los donantes de sangre y terminan afectando terceros inocentes.
3.      Riesgo de asesinar a un bebé ya concebido, ya que el DIU y los métodos hormonales, no logran evitar la concepción y actúan matando al bebé ya concebido.
4.      Riesgo de arriesgarse más en las relaciones: al ser esclavos de la pasión se obnubila la razón y no se puede, ni se quiere, controlar los impulsos bestiales y menos aplicar un “método” anticonceptivo.
5.      Riesgo de llegar al aborto, al llegar a un embarazo inesperado.
El “sexo seguro” es “sexo inseguro”. Tarde o temprano, el “sexo seguro” es “aborto seguro”, es inmoral e irresponsable. Está científicamente demostrado que el único sexo seguro es entre vírgenes no infectados, fieles en matrimonio.


2.     Los anticonceptivos no son “métodos”

Como ya vimos, tanto desde el punto de vista semántico como científico, la palabra “anticonceptivo” es una contradicción en sí misma, una incoherencia entre la definición y la realidad.

De la misma manera, “método anticonceptivo” es una contradicción de términos, porque no se puede hablar de método cuando se sabe que algo no es metódico.

método.
(Del lat. methŏdus, y este del gr. μθοδος).
1. m. Modo de decir o hacer con orden.

metodología.
(Del gr. μθοδος, método, y -logía).
1. f. Ciencia del método.
2. f. Conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica o en una exposición doctrinal.

Se produce confusión porque el término “anticoncepción” es más abarcativo que “método anticonceptivo”.

Desde el punto de vista científico, médico y farmacológico, los condones no son “métodos” anticonceptivos porque su uso no implica una metodología sistemática: se usan a demanda.

La esterilización tampoco es una metodología de aplicación periódica sino una cirugía de única instancia. Cabe avisar que puede ser revertida con otra operación.

Aún si se tolerara usar el falso adjetivo “anticonceptivo”, no es erróneo decir que son todos abortivos, si entendemos el término “método” como “metodología”.

Habiéndose demostrado que el onanismo, preservativo y la cirugía no son métodos, la frase es correcta: todos los métodos son abortivos.


3.     Todos los anticonceptivos son abortivos

También los “anticonceptivos” no metódicos son abortivos, pero indirectamente.

abortivo, va.
(Del lat. abortīvus).
1. adj. Nacido antes de tiempo.
2. adj. Que tiene virtud para hacer abortar. U. t. c. s. m.

Demostraremos que a la larga, todos los “anticonceptivos” son abortivos, incluso el condón, porque tienen “virtud” para hacer abortar, aunque no sea virtud sino vicio, y aunque el efecto no sea inmediato.

Por un lado, la ciencia ha demostrado que los preservativos no preservan de nada, ni del embarazo (debido a que se rompen), ni de las enfermedades de transmisión sexual (debido a las roturas, al tamaño de los poros del látex que es superior al de los virus, y a que no cubren todas las zonas de contagio).

Por otra parte, las estadísticas han demostrad una correlación estrecha entre su uso y el aborto (como así también del uso de anticonceptivos).

Despreciar la sexualidad abierta a la vida, lleva a despreciar la vida. Las personas se van envileciendo con cada acto cerrado a la vida y al amor… a ese niño que merece ser concebido dentro del matrimonio.

El envilecimiento es un camino gradual que va rechazando la Divina Misericordia en cada paso, endureciendo el corazón y llevando a comportamientos egoístas e irracionales. Eso explica por qué las estadísticas correlacionan mayor tasa de separación y violencia doméstica en parejas que tienen relaciones fuera del matrimonio o cerradas a la vida.

Si alguien quiere destruir una relación de pareja, nada “mejor” que meter el diablo en la cama, con el egoísmo de las relaciones antivida, es decir, fuera del matrimonio o con anticoncepción. El verdadero amor es fiel y fecundo, es vida porque da vida, es feliz porque da felicidad. Lo demás es lujuria egoísta: no se puede construir una relación verdadera y duradera sobre el egoísmo de dos personas, incluso con trueque de favores sexuales (prostitución en especie). Fruto de tratar al otro o de dejarse tratar por el otro, como un mero objeto que da placer, esa prostitución “doméstica” del amor está estrechamente vinculada con la masturbación, la infidelidad (miradas, fantasías, pornografía, adulterio virtual y real, prostitución), y la ruptura.

Las relaciones antivida llevan a una bestialización, donde la gente es cada vez más esclava de sus impulsos y pasiones y tiene menos dominio de sí. La razón claudica ante el frenesí. La voluntad, es incapaz de frenarse a sí misma. Está demostrado que muchos factores inciden en que se dejen de utilizar los “métodos”: la “pasión” del momento, el costo, el esfuerzo en obtenerlos y aplicarlos, la pérdida de sensación de placer, etc.

A medida que se tienen más relaciones antivida la pareja se vuelve más egoísta, insegura, inestable, y por lo tanto menos apta para asumir una responsabilidad de por vida: la paternidad.
·        Una mujer que ha cedido a cerrarse a lo que la plenificaría, la maternidad, y que ha vendido su cuerpo para “sentirse” acompañada o por lograr ciertas comodidades o status, es una mujer que no puede contar con una pareja incondicional para la crianza del nuevo hijo.
·        Un varón que esclavo de la lujuria y de sus pasiones, que ha consentido prostituir el verdadero amor por el placer del sexo, no tendría demasiado interés en una relación que nunca imaginó como “el amor de su vida”: ¿cómo asumiría la paternidad de un bebé fruto de su “peor es nada”?
Cuando el envilecimiento llega a cierto nivel y esas personas se enteran del embarazo, abortan.

Esto lo saben muy bien los aborteros como Planned Parenthood, que justamente utilizan la estrategia de promover la supuesta anticoncepción segura para lograr mayor tasa de embarazos antivida y así aumentar la facturación por abortar, tal como confesó una ex directora de agencia, en el documental que todos debieran ver, “Dinero sangriento”:http://gloria.tv/?media=156682

Aún si alguna vez no fallaran, los anticonceptivos son la raíz de la cultura de la muerte, un espino alimentado por la lujuria y demás pecados capitales, uno de cuyos frutos amargos son el aborto.

El caso del condón es paradigmático. Luego de un tiempo, debido a la mayor tasa de fallas respecto a otras alternativas, y debido al envilecimiento que lleva a buscar más “sensación de placer”, las parejas comienzan a utilizar embaraceptivos, a) abortantes como el DIU, o b) abortivos como los hormonales. Los condones son puerta de entrada a la cultura de la muerte, al igual que el alcohol y marihuana son puertas de entrada al mundo de la droga.

Conclusión, se demuestra por varias vías que el preservativo lleva al aborto: a) por envilecimiento y b) por utilizarse en relaciones sexuales irresponsables y por lo tanto, generar embarazos con alto riesgo de ser abortados y c) por ser puerta a “anticonceptivos” abortivos.


4.     No expresarse así es desconsiderado

Acusación: “Usuarios de anticonceptivos cargarían con una terrible angustia, tristeza y culpa, y se confesarán de haber abortado cuando en realidad no es así.”

Objetivamente, según la Biblia, el Catecismo y el Magisterio, toda anticoncepción es pecado grave. Todo método de planificación familiar, ya sea artificial o quirúrgico, es pecado mortal. También es pecado grave la planificación familiar natural sin causa grave.

Al pecar mortalmente, crucificamos a Jesús, que en el Huerto cargó con nuestros pecados pasados, presentes y futuros y en la Cruz los pagó. El pecado grave es una ruptura radical con la Gracia, con el Amor de Dios, a tal punto que, si no nos arrepentimos de corazón, elegimos libremente el infierno eterno (la dolorosísima y ardiente ausencia de Dios). Desde el punto de vista de la ausencia TOTAL de Gracia, no hay diferencia entre el pecado mortal y la excomunión automática que implica procurar el aborto.

Si la persona no ha logrado aún amordazar los gritos de su conciencia, obviamente sentirá remordimiento, angustia, tristeza y culpa. El problema no es la fiebre sino la enfermedad que la causa, en este caso el pecado de haberse cerrado a la vida.

“Abortivo” indica un potencial, no significa lo mismo que “abortante”, que denota certeza.

Al igual que la ruleta rusa, cuanto más tiempo se haya utilizado anticonceptivos, tanta mayor probabilidad de haber abortado. Sin embargo, probabilidad no es certeza. Basta una única relación sexual anticonceptiva para que se haya producido una concepción de un bebé con alma inmortal y posterior asesinato.

Cabe aclarar que no conviene hablar de “micro-aborto” porque no hay micro-asesinatos, como bien dice el elefante Horton en el recomendado dibujo animado, “una persona es una persona sin importar su tamaño”:

El Magisterio enseña que ante la duda, siempre se debe confesar el pecado. Por consiguiente, quien haya tenido relaciones con anticonceptivos hormonales o DIU, tanto varón como mujer, debería confesar que posiblemente haya asesinado por aborto (subjetivamente, para que haya pecado mortal es necesario un conocimiento previo de su gravedad y consentimiento deliberado).

En el confesionario comienza el proceso de sanación de la Divina Misericordia que nos permitirá encontrar la serenidad, la paz y la alegría y nos dará la fuerza para no caer de nuevo.

Es inmoral si el médico le oculta al enfermo el diagnóstico que le permitiría curarse, pero aún más decirle que no está enfermo. De no expresarse estos temas claramente no sólo se es desconsiderado con la persona sino con Jesús que seguirá siendo crucificado por los pecados.


Conclusión

Es muy importante compartir esta información porque así se salvarán muchas vidas y parejas. También es importante comprender que para luchar eficientemente contra la Hidra del aborto antes se debe luchar contra su raíz: la anticoncepción. Caso contrario, al cortar una cabeza saldrán muchas más.

Consagrémonos y encomendemos este asunto a la Sagrada Familia, protectora de la vida, la pureza y la felicidad familiar.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Aborto no reduce mortalidad materna



En febrero de este año, Chile recibió el premio International Protect Life Award (a la protección internacional de la vida) de parte de 30 organizaciones que trabajan ante la ONU, por ser el país con la tasa más baja de mortalidad materna en América Latina.

Este premio, explicaron, demuestra que el aborto –a diferencia de lo que dicen sus promotores– no contribuye en nada a disminuir el número de muertes entre las madres ya que esta práctica es ilegal en esta nación sudamericana.

En aquella ocasión, Dan Zeidler, representante de las organizaciones pro-vida, dijo a ACI Prensa que se debe felicitar el "sistema jurídico de Chile y reconocer que lo que dicen mucho los abortistas de que hay que legalizar el aborto para bajar la mortalidad materna no es cierto, inclusive es todo lo contrario".

Los números
Una investigación del Dr. Elard Koch de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile comparando datos entre 1957 y 2008 sobre la mortalidad materna por aborto muestra que ésta se redujo en 97,6 por ciento en estos 51 años.

Tras la prohibición del aborto terapéutico en 1989, se redujo de 13,62 a 1,65 por cada 100 mil nacidos vivos, es decir, un 87,9 por ciento.

Actualmente, explica Koch, el riesgo actual que tiene una madre de morir a causa del aborto es de 0,09 por 100 mil.

Estos resultados, explica el experto, muestran que una legislación que protege la vida del niño por nacer no incrementa la mortalidad materna ni los abortos ilegales; y que legalizar o despenalizar el aborto provoca una "epidemia" abortista con graves consecuencias para la salud de las mujeres y para el país.

Koch, cuyo estudio fue presentado en enero de 2010 en la reunión inaugural del International Working Group for Global Women's Health Research, en Washington D.C. (Estados Unidos), precisa además que el camino que ha permitido disminuir la mortalidad materna ha sido la promoción de "embarazos seguros" y no el aborto.
Comentario:

Son correctas las conclusiones del Dr. Koch en cuanto a la mortalidad materno infantil.

Las estadísticas han sido apoyadas por diversos estudios que demuestran que las madres que ya han abortado, tienen mayor probabilidad de complicaciones graves en el siguiente embarazo buscado (sin contar con mayor tasa de bebés prematuros).

Por otra parte, las estadísticas utilizadas por Koch no incluyen la mortalidad materna causada por abortar (complicaciones quirúrgicas y post-quirúrgicas), que demostrarían que la vinculación entre aborto y mortalidad materna es aún mayor.

Finalmente cabe advertir que Koch erróneamente apoya los anticonceptivos por utilizar la definición de la Organización Mundial de la Salud: “la muerte de una mujer durante su embarazo, parto, o dentro de los 42 días después de su terminación, por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo, parto o puerperio o su manejo, pero no por causas accidentales.”
Esto significa que en el análisis de mortalidad de las mujeres se excluye el efecto mortal de los anticonceptivos (que suele ser a mayor plazo): cáncer de mama, cáncer de útero, cáncer cervical, trombosis, etc.
Koch erróneamente tampoco incluye el aborto provocado por anticonceptivos (ya que todos los anticonceptivos fallan y son abortivos):

Por eso es importante aclarar estos aspectos cuando se difunden las estadísticas de Koch. Las organizaciones pro vida, no debieran financiar o premiar a alguien a favor del aborto farmacológico como Koch, pero sí utilizar sus estadísticas (aunque sería mejor corregir el modelo).

viernes, 24 de diciembre de 2010

Pastoral Hospitalaria: La medicina a la luz de la encarnación

Pastoral Hospitalaria: La medicina a la luz de la encarnación: "En el misterio de la Encarnación de Cristo se unen los dos elementos, lo investigable y lo ininvestigable, la ciencia y el misterio ..."

sábado, 8 de mayo de 2010

Congreso internacional de médicos católicos

EUROPA/FRANCIA – “Los médicos católicos son aquellos que pueden representar el verdadero rostro …
fides.org: 11:16 08-05-2010 (hace 6 horas)
EUROPA/FRANCIA – “Los médicos católicos son aquellos que pueden representar el verdadero rostro …
Lourdes (Agencia Fides) – Se está realizando en Lourdes el XXIII Congreso Mundial y la Asamblea General de la Federación Internacional de las Asociaciones Italianas de Médicos Católicos (FIAMC) sobre el tema “Medicina y Fe”. Con el patrocinio del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, el Congreso-peregrinación reflexiona sobre el tema “Nuestra fe de médicos”. Por primera vez están reunidos en Lourdes miles de médicos católicos provenientes de todo el mundo. En la intervención de apertura, el Arzobispo Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, recordó lo que se dice en la Carta de los Operadores Sanitarios, en la que se lee que “el cuidado pastoral de los enfermos consiste en la asistencia espiritual y religiosa y ella es un derecho fundamental del enfermo y un deber de la Iglesia”. Citando siempre la Carta, publicada en 1995 por el mismo Dicasterio, Mons. Zimowski destacó como para “la necesaria interacción entre dimensión física, psíquica y espiritual de la persona y por deber del testimonio de la propia fe, cada agente de salud está obligado a crear las condiciones para que, a quien lo pide, expresa o implícitamente, se le asegure la asistencia religiosa”. El Presidente citó asimismo las figuras y el pensamiento de algunos doctores que, comprometiéndose por la salvaguardia de la vida y rechazando comportamientos especulativos y/o superficiales, han sabido recorrer el camino de la santidad o del testimonio de qué cosa es ser ‘verdaderos’ médicos católicos. Entre estos: San Giuseppe Moscati y San Riccardo Pampuri, O.H, Santa Gianna Beretta Molla y el Prof. Jèrôme Lejeune. Porque “los médicos católicos – concluyó el Arzobispo – son aquellos que pueden representar el verdadero rostro de la cura y de la esperanza”.
La misión de la FIAMC es la salvaguardia, defensa y promoción de la vida humana en todas las diversas culturas. En este contexto, la acción individual no es suficiente. La Federación está constituida por unas 60 asociaciones nacionales de médicos católicos provenientes de todo el mundo, y está subdividida en 6 regiones: África, Asia (AFCMA), Australia y Nueva Zelanda, Europa (FEAMC), América del Norte, América Latina (FAMCLAM). (AP) (7/5/2010 Agencia Fides; líneas 24 palabras 350)
fides.org

martes, 6 de abril de 2010

Carta de un senador agnóstico

Un senador agnóstico italiano denuncia que se intenta atacar al Papa para «ensuciar» la Iglesia

Carta al director de Marcello Pera (Corriere della Sera, Milán, 17-03-2010, pag. 23, traducción de Noticias Globales).

«Estimado director:

La cuestión de los sacerdotes pedófilos u homosexuales desencadenada últimamente en Alemania tiene como objetivo al Papa. Pero se cometería un grave error si se pensase que el golpe no irá más allá, dada la enormidad temeraria de la iniciativa. Y se cometería un error aún más grave si se sostuviese que la cuestión finalmente se cerrará pronto como tantas otras similares. No es así. Está en curso una guerra. No precisamente contra la persona del Papa ya que, en este terreno, es imposible. Benedicto XVI ha sido convertido en invulnerable por su imagen, por su serenidad, su claridad, firmeza y doctrina. Basta su sonrisa mansa para desbaratar un ejército de adversarios.

No, la guerra es entre el laicismo y el cristianismo. Los laicistas saben bien que, si una mancha de fango llegase a la sotana blanca, se ensuciaría la Iglesia, y si fuera ensuciada la Iglesia lo sería también la religión cristiana. Por esto, los laicistas acompañan su campaña con preguntas del tipo «¿quién más llevará a sus hijos a la Iglesia?», o también «¿quién más mandará a sus chicos a una escuela católica?», o aún también «¿quién hará curar a sus pequeños en un hospital o una clínica católica?».

Hace pocos días una laicista ha dejado escapar la intención. Ha escrito: «La entidad de la difusión del abuso sexual de niños de parte de sacerdotes socava la misma legitimidad de la Iglesia católica como garante de la educación de los más pequeños». No importa que esta sentencia carezca de pruebas, porque se esconde cuidadosamente «la entidad de la difusión»: ¿uno por ciento de sacerdotes pedófilos?, ¿diez por ciento?, ¿todos? No importa ni siquiera que la sentencia carezca de lógica: bastaría sustituir «sacerdotes» con «maestros», o con «políticos», o con «periodistas» para «socavar la legitimidad» de la escuela pública, del parlamento o de la prensa. Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro.

Esta guerra del laicismo contra el cristianismo es una batalla campal. Se debe llevar la memoria al nazismo y al comunismo para encontrar una similar. Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como ayer, lo que es necesario es la destrucción de la religión. Entonces Europa, pagó a esta furia destructora, el precio de la propia libertad. Es increíble que, sobre todo Alemania, mientras se golpea continuamente el pecho por el recuerdo de aquel precio que ella infligió a toda Europa, hoy, que ha vuelto a ser democrática, olvide y no comprenda que la misma democracia se perdería si se aniquilase el cristianismo.

La destrucción de la religión comportó, en ese momento, la destrucción de la razón. Hoy no comportará el triunfo de la razón laicista, sino otra barbarie. En el plano ético, es la barbarie de quien asesina a un feto porque su vida dañaría la «salud psíquica» de la madre. De quien dice que un embrión es un «grumo de células» bueno para experimentos. De quien asesina a un anciano porque no tiene más una familia que lo cuide.

De quien acelera el final de un hijo porque ya no está consciente y es incurable. De quien piensa que «progenitor A» y «progenitor B» es lo mismo que «padre» y «madre». De quien sostiene que la fe es como el coxis, un órgano que ya no participa en la evolución porque el hombre no tiene más necesidad de la cola y se mantiene erguido por sí mismo.

O también, para considerar el lado político de la guerra de los laicistas al cristianismo, la barbarie será la destrucción de Europa. Porque, abatido el cristianismo, queda el multiculturalismo, que sostiene que cada grupo tiene derecho a la propia cultura. El relativismo, que piensa que cada cultura es tan buena como cualquier otra. El pacifismo que niega que existe el mal.

Esta guerra al cristianismo no sería tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen. En cambio, muchos de ellos participan de esa incomprensión. Son aquellos teólogos frustrados por la supremacía intelectual de Benedicto XVI. Aquellos obispos equívocos que sostienen que entrar en compromisos con la modernidad es el mejor modo de actualizar el mensaje cristiano. Aquellos cardenales en crisis de fe que comienzan a insinuar que el celibato de los sacerdotes no es un dogma y que tal vez sería mejor volver a pensarlo. Aquellos intelectuales católicos apocados que piensan que existe una «cuestión femenina» dentro de la Iglesia y un problema no resuelto entre cristianismo y sexualidad. Aquellas conferencias episcopales que equivocan en el orden del día y, mientras auspician la política de las fronteras abiertas a todos, no tienen el coraje de denunciar las agresiones que los cristianos sufren y las humillaciones que son obligados a padecer por ser todos, indiscriminadamente, llevados al banco de los acusados. O también aquellos embajadores venidos del Este, que exhiben un ministro de exteriores homosexual mientras atacan al Papa sobre cada argumento ético, o aquellos nacidos en el Oeste, que piensan que el Occidente debe ser «laico», es decir, anticristiano.

La guerra de los laicistas continuará, entre otros motivos porque un Papa como Benedicto XVI, que sonríe pero no retrocede un milímetro, la alimenta. Pero si se comprende por qué no cambia, entonces se asume la situación y no se espera el próximo golpe. Quien se limita solamente a solidarizarse con él es uno que ha entrado en el huerto de los olivos de noche y a escondidas, o quizás es uno que no ha entendido para qué está allí».

jueves, 11 de febrero de 2010

Santa Bernardette, un icono de la pastoral de la salud


Sus reliquias se encuentran en Roma en ocasión a la fiesta de la Virgen de Lourdes




CIUDAD DEL VATICANO, jueves 11 de febrero de 2010 (ZENIT.org) La presencia de las reliquias de Santa Bernardette (1844 – 1879) en Roma ha atraído a miles de fieles devotos procedentes de diferentes partes del mundo.

Del 9 al 10 de febrero la basílica Santa María Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de la Ciudad Eterna y el templo dedicado a María más grande del mundo, acogió las reliquias de la santa con una presencia multitudinaria de peregrinos que llenaron el templo.

Hoy jueves, para conmemorar la Jornada Mundial del Enfermo y el día de la Virgen de Lourdes, se realizó en Roma una procesión desde el Castel Sant'Angelo hasta la Plaza de San Pedro, recorriendo así toda la vía de la Conciliación.

Luego de la procesión comenzó la misa presidida por el Papa Benedicto XVI, con ocasión de la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo, y en presencia de la imagen de la Virgen de Lourdes.

¿Pero qué tiene de especial santa Bernardette, además de haber sido testigo ocular de las apariciones de Virgen de Lourdes hace 152 años? Sobre el tema se refirió el obispo de esta diócesis Jaques Perrier, en un encuentro con la prensa que se realizó en la Santa Sede, donde se dieron a conocer las celebraciones en ocasión con los 25 años del Pontificio Consejo para la Salud.

Apóstol de los enfermos y los enfermeros

La figura de esta santa tiene mucho que decir para la pastoral de la salud. Por ello el dicasterio vaticano que se dedica a este campo fue fundado justo el día de la Virgen de Lourdes. Por ello también en este día se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.

Según monseñor Perrier, Bernardette era la “enferma” preferida de uno de sus médicos. La santa contrajo cólera cuando era niña y como consecuencia de ello sufrió de asma el resto de su vida. Además, siendo religiosa sufrió de un tumor en la pierna extremadamente doloroso que la hacía cojear.

Monseñor Perrier aseguró que la santa "asumió la condición de paciente, sin queja," y dijo que humanamente "detestaba el sufrimiento", pero que nunca se rebeló, sino que al contrario “aceptó sufrir en unión a Cristo delante de los sufrientes”, no con un sentido de masoquismo sino con una verdadera visión de sacrificio.

Además de ello, Bernardette fue una “enfermera ejemplar”, que cuidaba de sus hermanas de comunidad en el convento de las Hijas de la Caridad de Nevers, en Francia, donde ingresó en 1866, ocho años después de haber recibido las revelaciones de la Virgen María.

Monseñor Perrier destacó de la santa su “sentido del humor” así como “caridad” con las hermanas enfermas.

Para curarse es necesaria la fe

Durante las apariciones Bernadette encontró por indicación de la Virgen un manantial de agua milagrosa. Manantial al que acuden todavía miles de personas enfermas procedentes de todo el mundo.

Dicha agua ha sido analizada por diversos laboratorios independientes que han comprobado que su composición es normal. Sin embargo, desde entonces han ocurrido más de 2.500 curaciones inexplicables para la ciencia, de las cuales 66 han sido reconocidas oficialmente como milagrosas por la Santa Sede.

Hablando de esto, monseñor Perrier recordó cómo Jesús, antes de curar el paralítico, dijo primero “tus pecados son perdonados”. Pero también lo sanó.

Y afirmó cómo estas curaciones están “en comunión con la perspectiva evangélica”, y con la fe que los enfermos tienen al acercarse a los manantiales de agua. Incluso, aseguró el prelado, los pacientes que no son curados físicamente “no regresan de Lourdes decepcionados o desesperados", sino que aceptan la voluntad de Dios.

Papas en Lourdes

Monseñor Perrier señaló también la devoción especial de los dos últimos pontífices al santuario de Lourdes.

El obispo confesó a ZENIT que Juan Pablo II, a pesar de que siempre citaba a Częstochowa y a Fátima, cuando hablaba de los santuarios marianos afirmaba que Lourdes estaba “siempre de primero en la lista”.

El prelado asegura que es necesario que quienes estén involucrados con la Pastoral de la Salud, relean los discursos que Juan Pablo II pronunció a los enfermos durante su viaje a Lourdes en 1983, dos años después de haber sufrido el atentado en la Plaza de San Pedro: “El Papa hablaba con conocimiento de causa, sus discursos no fueron idealistas”, dijo el Prelado.

Juan Pablo II viajó de nuevo a Lourdes en el año 2004. Este fue su último viaje fuera de Italia. Este hecho, reveló monseñor “fue unn grandísimo consuelo para los discapacitados y los enfermos con condiciones muy limitadas”

El prelado recordó también el viaje de Benedicto XVI realizado en 2008 con ocasión de la celebración de los 150 años de las apariciones en Lourdes, donde administró, el 15 de septiembre, el sacramento de la extrema unción a 12 enfermos de diferentes edades y condiciones. “Benedicto permanecerá en la historia como el papa que dio públicamente la unción de los enfermos”, dijo el prelado.

Por Carmen Elena Villa

sábado, 6 de febrero de 2010

La iglesia y los enfermos

Escrito por Mons. Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos

El cristianismo está lleno de paradojas. La mayor de todas es, quizás, que el dolor es fuente de alegría y que la cruz es instrumento de redención. Lo decía el Venerable Juan Pablo II, en una encíclica memorable que escribió sobre el dolor: «El sufrimiento humano ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo en la pasión de Cristo», porque «allí ese sufrimiento ha sido unido al amor que crea el bien», y «el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo» (Salvifici doloris, 18).


Mirado el dolor y la enfermedad desde esa perspectiva, se comprende bien lo que Benedicto XVI haya escrito: «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que sufrió con amor infinito» (Spe salvi, 38).
Con todo, sería un fragante error no hacer nada para aliviar y combatir el dolor. Al contrario, la lucha contra la enfermedad es para los cristianos un modo concreto de introducirse en el surco de la misión salvífica de Cristo, Médico divino que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo»; y tomarse en serio el mensaje que dio a sus apóstoles: «Curad a los enfermos».
La Iglesia asumió con alegría este encargo. De hecho, ya en las primeras comunidades cristianas existió la costumbre de que los presbíteros ungiesen con el óleo santo a los enfermos para aliviarles en su enfermedad. Desde entonces, aunque las formas han sido muy variadas y múltiples las estructuras, la Iglesia no ha cesado de inclinarse, como buena samaritana, sobre los hombres y mujeres que encuentra malheridos en su cuerpo, en su psique y en su corazón, y llevar el bálsamo de su presencia y el aceite de su ayuda. ¡Cuántos hospitales, cuántos dispensarios, cuántos consultorios, cuántas clínicas han surgido como fruto del amor compasivo de los cristianos!
En el momento actual, la enfermedad sigue sin ser vencida. Han sido superadas algunas de sus formas, pero han aparecido otras nuevas, quizás más virulentas. Pienso, por ejemplo, en tantos matrimonios rotos, en tantas familias desestructuradas, en los emigrantes desprotegidos, en los ancianos solos y/o despreciados, en los enfermos incurables, en las madres que sufren el síndrome del postaborto, en tantos padres a los que angustia el enfriamiento y la increencia de sus hijos. Sin contar los que sufren los efectos de la drogadicción, del alcohol, del Sida, de la ludopatía, de las enfermedades venéreas, etcétera.
Para recordarnos todo esto y convocarnos a una acción solidaria y generosa, la Iglesia ha instituido la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el próximo día once de febrero, fiesta de las aparición de la Santísima Virgen en Lourdes. En este año sacerdotal me dirijo en particular a los sacerdotes que estáis enfermos e invito a los que estáis sanos «a no escatimar esfuerzos para prestar a los enfermos asistencia y consuelo», conscientes de que «el tiempo transcurrido al lado de quien se encuentra en la prueba es fecundo en gracia para todas las demás dimensiones de la pastoral» (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada del Enfermo, de este año)
A quienes sufrís en este momento una enfermedad, «os pido –uniéndome al Papa- que recéis y ofrezcáis vuestros sufrimientos por los sacerdotes, para que puedan mantenerse fieles a su vocación y su ministerio sea rico en frutos espirituales».

(7 de febrero de 2010)






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