jueves, 11 de febrero de 2010

Santa Bernardette, un icono de la pastoral de la salud


Sus reliquias se encuentran en Roma en ocasión a la fiesta de la Virgen de Lourdes




CIUDAD DEL VATICANO, jueves 11 de febrero de 2010 (ZENIT.org) La presencia de las reliquias de Santa Bernardette (1844 – 1879) en Roma ha atraído a miles de fieles devotos procedentes de diferentes partes del mundo.

Del 9 al 10 de febrero la basílica Santa María Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de la Ciudad Eterna y el templo dedicado a María más grande del mundo, acogió las reliquias de la santa con una presencia multitudinaria de peregrinos que llenaron el templo.

Hoy jueves, para conmemorar la Jornada Mundial del Enfermo y el día de la Virgen de Lourdes, se realizó en Roma una procesión desde el Castel Sant'Angelo hasta la Plaza de San Pedro, recorriendo así toda la vía de la Conciliación.

Luego de la procesión comenzó la misa presidida por el Papa Benedicto XVI, con ocasión de la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo, y en presencia de la imagen de la Virgen de Lourdes.

¿Pero qué tiene de especial santa Bernardette, además de haber sido testigo ocular de las apariciones de Virgen de Lourdes hace 152 años? Sobre el tema se refirió el obispo de esta diócesis Jaques Perrier, en un encuentro con la prensa que se realizó en la Santa Sede, donde se dieron a conocer las celebraciones en ocasión con los 25 años del Pontificio Consejo para la Salud.

Apóstol de los enfermos y los enfermeros

La figura de esta santa tiene mucho que decir para la pastoral de la salud. Por ello el dicasterio vaticano que se dedica a este campo fue fundado justo el día de la Virgen de Lourdes. Por ello también en este día se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.

Según monseñor Perrier, Bernardette era la “enferma” preferida de uno de sus médicos. La santa contrajo cólera cuando era niña y como consecuencia de ello sufrió de asma el resto de su vida. Además, siendo religiosa sufrió de un tumor en la pierna extremadamente doloroso que la hacía cojear.

Monseñor Perrier aseguró que la santa "asumió la condición de paciente, sin queja," y dijo que humanamente "detestaba el sufrimiento", pero que nunca se rebeló, sino que al contrario “aceptó sufrir en unión a Cristo delante de los sufrientes”, no con un sentido de masoquismo sino con una verdadera visión de sacrificio.

Además de ello, Bernardette fue una “enfermera ejemplar”, que cuidaba de sus hermanas de comunidad en el convento de las Hijas de la Caridad de Nevers, en Francia, donde ingresó en 1866, ocho años después de haber recibido las revelaciones de la Virgen María.

Monseñor Perrier destacó de la santa su “sentido del humor” así como “caridad” con las hermanas enfermas.

Para curarse es necesaria la fe

Durante las apariciones Bernadette encontró por indicación de la Virgen un manantial de agua milagrosa. Manantial al que acuden todavía miles de personas enfermas procedentes de todo el mundo.

Dicha agua ha sido analizada por diversos laboratorios independientes que han comprobado que su composición es normal. Sin embargo, desde entonces han ocurrido más de 2.500 curaciones inexplicables para la ciencia, de las cuales 66 han sido reconocidas oficialmente como milagrosas por la Santa Sede.

Hablando de esto, monseñor Perrier recordó cómo Jesús, antes de curar el paralítico, dijo primero “tus pecados son perdonados”. Pero también lo sanó.

Y afirmó cómo estas curaciones están “en comunión con la perspectiva evangélica”, y con la fe que los enfermos tienen al acercarse a los manantiales de agua. Incluso, aseguró el prelado, los pacientes que no son curados físicamente “no regresan de Lourdes decepcionados o desesperados", sino que aceptan la voluntad de Dios.

Papas en Lourdes

Monseñor Perrier señaló también la devoción especial de los dos últimos pontífices al santuario de Lourdes.

El obispo confesó a ZENIT que Juan Pablo II, a pesar de que siempre citaba a Częstochowa y a Fátima, cuando hablaba de los santuarios marianos afirmaba que Lourdes estaba “siempre de primero en la lista”.

El prelado asegura que es necesario que quienes estén involucrados con la Pastoral de la Salud, relean los discursos que Juan Pablo II pronunció a los enfermos durante su viaje a Lourdes en 1983, dos años después de haber sufrido el atentado en la Plaza de San Pedro: “El Papa hablaba con conocimiento de causa, sus discursos no fueron idealistas”, dijo el Prelado.

Juan Pablo II viajó de nuevo a Lourdes en el año 2004. Este fue su último viaje fuera de Italia. Este hecho, reveló monseñor “fue unn grandísimo consuelo para los discapacitados y los enfermos con condiciones muy limitadas”

El prelado recordó también el viaje de Benedicto XVI realizado en 2008 con ocasión de la celebración de los 150 años de las apariciones en Lourdes, donde administró, el 15 de septiembre, el sacramento de la extrema unción a 12 enfermos de diferentes edades y condiciones. “Benedicto permanecerá en la historia como el papa que dio públicamente la unción de los enfermos”, dijo el prelado.

Por Carmen Elena Villa

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